Nunca
en la historia de la humanidad tantos han hecho tanto por cambiar el
significado de un concepto bíblico. Las definiciones bíblicas de Amor se
encuentran en 1ª Juan 4:8 y 16, Romanos 13:10, 1ª Juan 5:3 y 2ª Juan 1:6. La
palabra “amor” en hebreo se escribe אהבה
y se pronuncia "Ahaváh".
En
Filipenses 1:9, Pablo comienza orando para que los creyentes crezcan en amor.
El amor es el verdadero producto de la obra del Espíritu en una persona
(Gálatas 5:22), y está íntimamente relacionado con la santificación y la
seguridad del creyente. En la carta en la cual Juan trata el tema de la
seguridad del creyente (1ª Juan 5:13), él afirma sin rodeos, “Todo aquel que
ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor” (1ª Juan 4:7-8).
Dios
nos manda a andar en amor, pero muy pocos conocen la definición bíblica de
amor.
La
mayoría tiende a pensar que amar es principalmente una inclinación emocional
que uno siente hacia otra persona. Pero la Biblia explícitamente define lo que
es el amor; nos dice lo que significa amar a Dios y amar a otras personas. Juan
escribe, “Este es el amor a Dios: obedecer sus mandamientos” (1ª Juan 5:3), y
también, “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: en que amamos a
Dios, y guardamos sus mandamientos” (5:2). En otra parte, Pablo explica que el
amor obedece y realiza los mandamientos de Dios expresados en la Torah acerca
de cómo debemos tratar al prójimo (Romanos 13:8-10).
Por
lo tanto, cuando Dios nos manda a amarle a Él y a otras personas, nunca está
apelando a nuestras emociones, sino que Él está apelando a nuestra volición. Es
decir, por la gracia soberana de Dios, nosotros podemos decidir obedecer los
mandamientos de Dios concernientes a cómo debemos tratar con Dios y otras
personas, y esta decisión de amar es reflejada por las acciones correspondientes.
Cuando Dios nos manda a amar a otros, Él ciertamente no nos está diciendo, “Tú
debes estar emocionalmente inclinado hacia otras personas”, en lugar de eso, Él
está diciendo, “tú debes relacionarte con otras personas de acuerdo con los
divinos preceptos registrados en la Escritura”.
En ningún lugar del Brit Jadashah encontraremos un mandamiento relacionado a los sentimientos. En Filipenses 3:15, cuando dice que tengamos un mismo sentir y sintamos la misma cosa, en realidad usa la palabra "φρονέω" fronéo que significa pensar.
En ningún lugar del Brit Jadashah encontraremos un mandamiento relacionado a los sentimientos. En Filipenses 3:15, cuando dice que tengamos un mismo sentir y sintamos la misma cosa, en realidad usa la palabra "φρονέω" fronéo que significa pensar.
Pablo
no está orando para que los filipenses (Filipenses 2:1-2) comiencen a amar,
puesto que ellos ya habían demostrado su amor a la Palabra (Filipenses 2:12).
En vez de eso, Pablo está orando para que ellos puedan abundar en amor o
superabundar con amor. Esto incluiría mayor y mayor autonegación por causa de
la Palabra.
¿Cómo
se daría este crecimiento en amor? Si el amor tiene que ver con la obediencia
consciente a los preceptos y mandamientos bíblicos, entonces se necesita un
previo conocimiento intelectual de estos preceptos y mandamientos. En efecto,
Pablo ora que su amor “abunde más y más en conocimiento y profundidad de
percepción” (Filipenses 1:9). Puesto que la palabra traducida “en” a menudo
significa “por” o “con”, es posible traducir la sentencia como, “Oro para que
vuestro amor abunde por medio del conocimiento”. La versión de God’s Word dice,
“Oro para que vuestro amor os mantenga en crecimiento por causa de vuestro
conocimiento y discernimiento”. En cualquier caso, cualquier traducción o
explicación de este versículo que separe el amor y el conocimiento estaría equivocada.
La
palabra “epignósis”, traducida como “conocimiento”, es utilizada veinte
veces en el Brit Jadashah. Muchos estudiosos anti-intelectuales han intentado suavizar
o distorsionar su significado e implicación, ya que la palabra aparece aquí en
estrecha conexión con el amor; sin embargo, la palabra epignósis siempre se
refiere al conocimiento intelectual acerca de las cosas de Dios, una
“comprensión mental de una verdad espiritual”, “conocimiento doctrinal” y “conocimiento
de la Palabra”. Por lo tanto, el estudio de las Escrituras, las prédicas, la
lectura de libros, y las discusiones teológicas, todos tienen una relación directa
con el crecimiento en amor y obediencia.
Es
verdad que si alguien tiene conocimiento y no tiene amor, entonces en verdad no
es nada (1ª Corintios 13:2). Sin embargo, muchos de los que enfatizan esto no
conocen la definición bíblica de amor, así que lo que ellos entienden es que tú
debes tener fervor emocional en adición al conocimiento de la Palabra. Pero la
Biblia no enseña esto. Además, su “remedio” es que tú tienes que considerar al
amor (falsamente definido por ellos como sentimiento) como superior al
conocimiento. Pero también esto es falso.
Más
bien, puesto que el amor es la obediencia a los mandamientos de Dios en todas
tus relaciones, sea con Dios o con otras personas, tener conocimiento sin amor
significa que tú no obedeces lo que tú sabes que Dios exige de ti.
Además,
el amor no es superior al conocimiento, tal como tu obediencia a los
mandamientos de Dios no es superior a tu conocimiento de los mandamientos de
Dios, ya que la obediencia a los mandamientos de Dios no es aún posible sin el
conocimiento de los mandamientos de Dios. Tú debes conocer primero estos
mandamientos antes de que tú puedas conscientemente obedecerlos y
deliberadamente ordenar tu vida por ellos. El estudio de la Palabra hace
posible el amor.
Yeshúa
concluye su Mensaje del Monte diciendo que debemos oír sus palabras y ponerlas
por obra (Mateo 7:24-27). Si nosotros no escuchamos primero sus palabras,
entonces no hay nada que podamos poner por obra.
Andar
en un tipo de “amor” que no tiene un previo conocimiento de los mandamientos y
preceptos de Dios es en realidad practicar una moralidad pecaminosa y
arbitraria. Por lo tanto, para andar en el amor bíblico tú debes tener
conocimiento de la Palabra; de otro modo, tú sólo estarás engañándote a ti
mismo al pensar que andas en amor, y que Dios te aprueba más que a aquellos que
son diligentes estudiantes de la Palabra. Si tú te niegas a estudiar la Palabra,
ya has mostrado que no amas a Dios.
Muchos
utilizan equivocadamente 1ª Corintios 8:1, que dice, “El conocimiento envanece”.
Sacando esto fuera de contexto e ignorando otros versículos importantes, ellos
han usado este pasaje para hacer falsos contrastes entre el conocimiento y el
amor, y así atacar el conocimiento de la Palabra. Sin embargo, el versículo 1
completo dice, “Ahora en cuanto a la comida sacrificada a los ídolos: nosotros
sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor
edifica”.
Parafraseando,
Pablo está diciendo que todos nosotros sabemos algo en cuanto a cómo considerar
el alimento sacrificado a los ídolos, pero si tú no estás obedeciendo los
preceptos de Dios en tu relación con otros (esto es, andar en amor), entonces
en lugar de hacer algo constructivo con este conocimiento, sólo te hace pensar
que eres superior a los otros.
Es
decir, el conocimiento sin obediencia puede hacerte vano, pero el conocimiento
con obediencia instruirá y edificará a la iglesia. Por otro lado, hay personas
que, por su falta de conocimiento, tienen una definición no bíblica del amor. Y
es precisamente por andar en este tipo de amor no bíblico que piensan que son
superiores a aquellos que tienen conocimiento de la Palabra. Así que hay
quienes tienen conocimiento bíblico pero se niegan a obedecerlo (es decir,
andar en amor), y luego hay quienes piensan que andan en amor, pero se niegan a
desarrollar un conocimiento bíblico. El primer grupo trae condenación sobre sí
mismo, puesto que ellos desobedecen lo que saben en cuanto a los mandamientos
de Dios, y el segundo grupo no tiene ni conocimiento ni amor, y está
completamente en la oscuridad. Dios desaprueba ambos tipos de personas.
En
cualquier caso, Pablo tiene la más alta consideración por el conocimiento de la
Palabra y su relación con la vida y el ministerio. Por ejemplo, en respuesta a
una crítica en cuanto a su habilidad para hablar, él escribe, “Puedo ser tosco
al hablar, pero yo tengo conocimiento” (2ª Corintios 11:6). Él no dice, “Pero
yo tengo amor”. El conocimiento de la Palabra es la base para la vida, el
ministerio, y el amor. Fallar en entender y aceptar esto resultará en una vida piadosa
desfigurada y estropeada, si aún pudiera llamársele piadosa.
Pablo
ora para que el amor de los filipenses abunde “en conocimiento”, pero él dice
que este amor debería también crecer en “discernimiento o profundidad de
percepción”. La palabra “aísdsesis” traducida como
“profundidad de percepción” puede significar “percepción”, “discriminación”, o
“discernimiento”. Pablo se está refiriendo a la facultad que capacita a una
persona para discriminar entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo,
y tomar decisiones morales.
Filipenses
1:10 proporciona el contexto que confirma este modo de entenderlo: “… de modo
que ustedes puedan ser capaces de discernir lo que es mejor y puedan ser puros
e irreprensibles hasta el día del Mesías”. Es la habilidad para hacer sanos
juicios morales que permiten al creyente permanecer “puro e irreprensible”.
Dado este contexto, “todo discernimiento” sería una mejor traducción.
Así
Pablo está orando para que su amor crezca en el conocimiento de la Palabra y en
discernimiento moral. La idea contemporánea del amor a menudo se suma a la
aceptación indiscriminada y sin discernimiento de la desobediencia. Sin
embargo, el amor bíblico se refiere a la obediencia de los mandamientos de Dios
en todas nuestras relaciones, caracterizado por una discriminación moral. El
amor bíblico es discernimiento en el sentido que hace juicios morales en cuanto
a las personas, y luego hace algo en relación a ello (1ª Corintios 5:3-5).
Yeshúa
nunca habló contra este tipo de discernimiento o juicio moral; más bien Él
habló sólo contra los juicios hipócritas y no bíblicos. Él estaba contra
aquellos que juzgan a otros pero se niegan a juzgarse a sí mismos con el mismo criterio,
y Él estaba contra aquellos que usan criterios de juicio no bíblicos, tales
como la tradición humana. Por ejemplo, Él dice, “Hipócrita, primero quita la viga
de tu propio ojo, y entonces verás claramente para remover la paja del ojo de
tu hermano” (Mateo 7:5). Él nunca dijo que tú no deberías “remover la paja del
ojo de tu hermano”, sino que tú deberías “primero quitar la viga de tu propio
ojo”. Esto habla contra la hipocresía y no se opone a hacer juicios morales.
Lo
mismo es verdad con Pablo. En Romanos 2, él escribe que aquellos que juzgan a
otros pero que hacen las mismas cosas, no escaparán al juicio de Dios. Su
intención es demostrar el hecho de que cada uno de nosotros es pecador, y tiene
la misma necesidad de salvación por la gracia soberana de Dios. Por ejemplo,
los judíos podían juzgar a los gentiles como pecadores debido a que ellos infringían
la Torah, pero los mismos judíos también infringían la Torah (Romanos 2:23);
por lo tanto, los judíos no debían pensar que ellos serían exentos de juicio
sólo porque eran judíos. Pablo no dice que sus juicios eran falsos, sino hipócritas
-él nunca dijo que la infracción a la Torah fuese aceptable. De hecho, él
agrega, “Ahora nosotros sabemos que el juicio de Dios contra los que hacen
tales cosas está basado en la verdad” (Romanos 2.2).
Una
vez un adúltero me dijo, “¡Así que yo soy un pecador! Pero se supone que tú
amas a los pecadores, y se supone que tú me ames”. Sin embargo, él se refirió a
sí mismo como un “pecador” sólo porque así es como yo lo llamaría, él nunca
pensó en eso como una admisión de que su adulterio era malo. Él era ciertamente
diferente al hombre en Lucas 18:13, que dice en humilde arrepentimiento, “Dios,
ten misericordia de mí, pecador”. Y al decir que se suponía que yo tenía que
“amarle”, él pretendía que yo en realidad acepte su adulterio. Le detuve
diciéndole que estaba equivocado.
Este
hombre estaba usando términos piadosos para manipularme y silenciarme. Yo percibí
el engaño y lo expuse, pero su estrategia también obra frecuentemente con creyentes
que tratan de traer pecadores al arrepentimiento. Nuevamente debemos culpar de
esto a una ignorancia de la Palabra, ya que estos creyentes no serían fácilmente
confundidos, sino que serían más bien inmunes a la manipulación si ellos
entendiesen lo que significan estas palabras bíblicas.
La
próxima vez que alguien te exija que le ames, piensa lo que él pretende exactamente
con esto, y lo que él está diciendo que tú deberías hacer exactamente. Si lo
que él está diciendo no es bíblico, no estás obligado a hacerlo. Él sabe que tú
te sometes a la autoridad bíblica, y está tratando de usar esa autoridad para
manipularte falseando esa autoridad para ti.
No
te dejes engañar – en el momento apropiado, el amor bíblico valientemente
confronta a las personas con sus transgresiones, y los reprende marcadamente
por sus herejías (Proverbios 27:5; Tito 1:13). No se trata de conseguir algo de
autosatisfacción menospreciando a los demás, sino que se trata de despertarlos
y restaurarlos. Ya sea de manera suave o dura, la confrontación es el medio
bíblico por el cual Dios a veces concede soberanamente arrepentimiento a los
pecadores.
Por
obtener el conocimiento de la Palabra que hace posible el amor, y por crecer en
el discernimiento moral que permite a este amor discriminar entre lo bueno y lo
malo, el creyente es preservado “puro y sin mancha” ante Dios. “Saber y
discernir son así conceptos básicos para vivir la vida de hijo de Dios, y en
especial para la exigencia del amor”.
Mientras
que Dios salvó al creyente cuando era pobre en espíritu, ahora ha llegado a ser
rico en fe, y “lleno con el fruto de justicia” (Filipenses 1:11). Sin embargo,
todas estas bendiciones vienen “a través de Yeshúa.” Es decir, los creyentes
sólo pueden ser “puros y sin mancha” delante de Dios, no por sus propios méritos y
esfuerzos, sino por medio de Yeshúa solamente. Y todo esto es para el fin
último de “la gloria y alabanza de Dios”.
El amor al enemigo
Mateo
5:43-47 dice, “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu
enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y
os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e
injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen
también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente,
¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?“.
El
mandamiento del amor no es una idea revolucionaria del Brit Jadashah, ya que
este ha sido mencionado en la Torah desde el principio. A pesar de ser un
mandamiento muchos lo distorsionan y lo desobedecen. Yeshúa vino a reafirmar
este mandamiento, y llamó a su pueblo a obedecerlo verdaderamente.
Específicamente,
Yeshúa está haciendo alusión a la interpretación judía (de la religión judía o
judaísmo) y a la aplicación de Levítico 19:18, donde dice: ”No te vengarás, ni
guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. El versículo se refiere en realidad a “uno de los tuyos”, pero no
establece el mandamiento “odiarás a tu enemigo”.
En
una ocasión, “un perito en la ley” (Lucas 10:27), que estaba preocupado por
“justificarse" (v. 29), prueba a Yeshúa con esta pregunta. Yeshúa responde con
lo que ahora llamamos la parábola del buen samaritano, que muestra que el
prójimo no es sólo alguien que está dentro de nuestro pequeño y exclusivo grupo, sino que puede ser alguien
que nunca conocimos en la vida y que
necesita nuestra ayuda y compasión, incluso alguien que por lo general
consideramos nuestro enemigo (v. 33).
De
hecho, parece que Yeshúa revierte la pregunta y dice en efecto: “En lugar de
enfocar tanta atención sobre la definición de ‘prójimo’, con la intención
perversa de limitar el alcance del amor, Él pregunta ¿por qué tú no eres el
prójimo de alguien que esté en necesidad?”(ver36).
Contra
el mal uso frecuente de esta ley, Yeshúa declara: “Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos “(Mateo 5:44). Hoy en día, tanto creyentes como incrédulos tienen un
concepto tan distorsionado y no bíblico del amor que, para que este mandamiento
sea claro, debemos especificar el significado bíblico del amor.
Algunos
teólogos y comentaristas coinciden en que el amor ordenado en las Escrituras es
una benevolencia volitiva, no emocional, que resulta en palabras edificantes y
acciones auxiliadoras para las personas. Sin embargo, la mayoría quiere incluir un elemento
emocional con el concepto bíblico del amor.
La
Definición bíblica real de amor, esto es, el amor que la Biblia nos manda a
tener, se define por obediencia a la Torah en todas nuestras relaciones (Romanos
13:9-10) – y eso incluye los mandamientos relacionados tanto a la mente como al
cuerpo.
Así,
aunque la palabra puede prohibir ciertas emociones negativas, como dominar
nuestra ira (Mateo 5:22), el amor que ordena no es principalmente una emoción
positiva en un sentido romántico, este es ante todo una voluntad benevolente
que resulta en la acción práctica. POR LO TANTO, EL AMOR BÍBLICO PUEDE SER
SINCERO Y BENEVOLENTE SIN SER NECESARIAMENTE EMOCIONAL.
En
el mismo pasaje que estamos considerando ahora, Yeshúa parece afirmar ese
entendimiento de amor cuando cita el ejemplo del Padre para ilustrar su punto,
diciendo: “Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e
injustos “(Mateo 5:45). Es decir, el padre no necesariamente tiene que sentir
cierta emoción por los malvados, pero es el tipo específico de “amor” sobre el
cual Yeshúa está hablando demostrado por benevolencia practica del Padre, tanto
para los malos como para los buenos, tal como para darles el sol y la lluvia.
Aquí
hay otro ejemplo en el que el contexto determina el significado de la palabra. Yeshúa
no está hablando de un amor que salva, más bien Él se refiere a un amor que
no necesariamente incluye un beneficio espiritual. Se trata
de un amor que se traduce en beneficios puramente prácticos. Por lo tanto, Él
se refiere a una benevolencia general que Dios usa para con todas sus criaturas
– tanto malas como buenas – no al amor específico que resulta en salvación, que
Él muestra solamente para sus escogidos
o electos. Cuando se trata de este segundo tipo de amor -un tipo de amor
salvífico – Dios dice: “A Jacob amé, más a Esaú aborrecí” (Romanos 9:13).
Es
ese tipo de amor práctico que debemos mostrar para con todos los seres humanos,
de modo que en un pasaje paralelo, Yeshúa dice: ”Pero a vosotros los que oís, os
digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; Bendecid a
los que os maldicen, y orad por los que os calumnian”. (Lucas 6:27-28). Este
tipo de amor se ofrece a los malos y buenos, pero al decir esto, también
estamos diciendo que ese amor no oculta las diferencias teológicas entre creyentes
e incrédulos, buenos y malos, justos e injustos (v. 5). Este amor no demanda de
ninguna manera que pensemos que los incrédulos sean mejores de lo que realmente
son, porque en verdad son injustos y malos, sólo exige que les ofrezcamos el
mismo tipo de benevolencia práctica que ofrecemos a los justos y buenos. Sin
embargo, parece que deliberadamente debemos preferir a los creyentes sobre todo
cuando tenemos que elegir entre los dos: “por tanto en cuanto tengamos la
oportunidad, hagamos el bien a todos, especialmente a la familia de la fe”
(Gálatas 6:10).
Una
vez más, lo que Yeshúa enseña aquí no es totalmente nuevo. Es un error pensar que
el Antiguo Testamento, demande que amemos sólo dentro de nuestro círculo íntimo y que Yeshúa,
esté ahora expandiendo este mandamiento para incluir a los de fuera. Por el
contrario, Yeshúa está reafirmando lo que
la Torah había enseñado desde el principio. La Torah nunca limita la práctica
del amor sólo al círculo íntimo de uno, pero en el mismo capítulo donde dice:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18), También dice: ”Cuando el extranjero morare
con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. Como a un natural de vosotros
tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo;
porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. “(v. 33-34)
Además,
la Torah expresamente ordena el amor, o benevolencia práctica, incluso para el
enemigo de uno: ”si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado,
vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su
carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo”. (Éxodo
23:4-5).
"Cuando cayere tu enemigo, no te regociges, y cuando tropezare, no se alegre tu corazón". (Proverbios 24:17).
“Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, y si tiene sed, dale de beber”. (Proverbios 25:21).
"Cuando cayere tu enemigo, no te regociges, y cuando tropezare, no se alegre tu corazón". (Proverbios 24:17).
“Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, y si tiene sed, dale de beber”. (Proverbios 25:21).
Pablo
se hace eco de esta enseñanza en Romanos 12:20, y escribe: “Así que, si tu
enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber”. Pero
cuando se trata de cosas espirituales, Pablo no se compromete con el incrédulo en el nombre del “amor”, sino que antes mismo los maldice, diciendo: ”El
que no amare al Señor Yeshúa, sea anatema” (1ª Corintios 16:22). Tener una
comprensión clara de lo que significa amar a nuestros enemigos promoverá una
obediencia más precisa, y también evitará que los incrédulos nos manipulen,
haciendo apelaciones ilegítimas a este mandamiento bíblico, como frecuentemente
lo hacen.
Fuentes:
Vincent Cheung. 2014. Comentario sobre Filipenses. Páginas 27-28. Extraído de http://cheungyclarkenespanol.wordpress.com/2014/01/05/definicion-biblica-de-amor/Vincent Cheung. 2003. Commentary on Philippians. Pages 27-28. USA. http://www.vincentcheung.com/books/philippians.pdf
Vincent Cheung. 2014. El amor. Extraído y traducido de El Sermón de la Montaña. Páginas 93-96. http://cheungyclarkenespanol.wordpress.com/2014/02/13/1282/