Gracia en Cristo: ¡Vende todo lo que tienes!

lunes, 17 de agosto de 2015

¡Vende todo lo que tienes!

Sin duda habremos escuchado decir alguna vez que si creemos en la palabra de Yeshúa deberíamos vender todo lo que tenemos y dárselo a los pobres, a la imagen de las carmelitas descalzas o los monjes enclaustrados que viven de lismosnas, colocando a Yeshúa en aparente oposición a las promesas de Yahweh de otorgar la tierra de Israel a su pueblo como posesión perpetua.

Este pasaje existe y se encuentra en Marcos 10:21, con su correspondiente pasaje paralelo en Lucas 18:22.

Marcos 10:17-30  Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo (un hombre principal según Lucas), e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Yeshúa le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.

Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Yeshúa, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Yeshúa, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Yeshúa, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aún más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces Yeshúa, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.

Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo (todas nuestras posesiones según Lucas), y te hemos seguido. Respondió Yeshúa y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

El objetivo de este estudio

Entendemos que esta escritura tiene implicaciones espirituales muy profundas, como por ejemplo el seguir/obedecer a Yeshúa como prioridad por sobre todas las cosas, o no confiar en las posesiones ni riquezas, ni siquiera en nuestra propia vida, el estar dispuestos a morir a nosotros mismos, a renunciar a nuestra propia voluntad, el construir un orden de preferencias y prioridades basados en la palabra de Dios, etc., pero el objetivo de este estudio es más bien analizar las implicaciones materiales y prácticas de la orden de Yeshúa en cuanto a las posesiones y bienes materiales.

No se trata solamente de lo que Yeshúa dijo al joven principal, sino también de lo que los seguidores de Yeshúa hacían vendiendo sus propiedades y también los levitas.

Algunos argumentan por el pasaje de Mateo 8:19-20 y su correspondiente pasaje paralelo de Lucas 9:58 que Yeshúa no tenía donde morar, dando así el ejemplo de desposesión material total.

Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Yeshúa le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.

La pregunta que surge ahora es: ¿Cómo debemos interpretar nosotros estos pasajes? ¿Lo dejó todo Yeshúa al punto de no tener nada, vivir de limosna y dormir en las calles? ¿Se deshizo Pedro de todos los bienes familiares al punto de hacer un voto de pobreza, deambular por el mundo y vivir de favores durmiendo en donde encontrase un lugar para pasar la noche? ¿Es esto lo que nos pide Yeshúa que hagamos para poder ser considerados sus seguidores?

Completemos la lectura con otros pasajes y veamos:

Juan 1:38-39  Y volviéndose Yeshúa, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.

Mateo 8:14-15  Vino Yeshúa a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.

Lucas 24:12  Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.

En estos pasajes vemos que tanto Yeshúa como Pedro tenían casa donde morar.

Analicemos 1ª de Timoteo 3:2 y Tito 1:8 donde nos dice que el obispo, anciano o sobreveedor debe tener como cualidad el ser buen hospedador. ¿Dónde iría un obispo o anciano del pueblo de Israel hospedar a alguien si hubiere vendido todos sus bienes?.

Hechos 2:44-47  Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Aquí vemos que aunque los creyentes vendían propiedades, bienes y casas, aún poseían casas donde partían el pan.

¿Qué es lo que vendían entonces? ¿Les era lícito vender su herencia dada por Dios como pacto perpetuo?

Hechos 4:32-37  Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Yeshúa, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.

Vemos en este pasaje que había un levita que tenía una heredad, lo cual no le estaba permitido tener según la palabra ni a los sacerdotes hijos de Aarón ni a los hijos de Leví en general según Números 18:20-24

Lo que nos dice la Torah

Números 18:20-24  Y Yahweh dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión. Y no se acercarán más los hijos de Israel al tabernáculo de reunión, para que no lleven pecado por el cual mueran. Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su iniquidad; estatuto perpetuo para vuestros descendientes; y no poseerán heredad entre los hijos de Israel. Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Yahweh en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseerán heredad.

Sin embargo, como veremos más adelante, sí podían poseer propiedades, herencias o casas "para morar", que es lo que Yahweh había determinado en su palabra dárselas como pacto perpetuo para ellos.

Por lo tanto concluimos que las propiedades, herencias, bienes y casas que vendían los creyentes podían ser de dos tipos, aquellas que según la palabra no les correspondía o no les era lícito poseer y aquellas que podrían recuperar luego según la ley del jubileo.

De manera que la expresión “vende todo lo que tienes” debe ser entendida en el contexto de las instrucciones de la Torah y no fuera de ella. Lo mismo sucede con el consejo de Pablo a los Corintios en 1ª Corintios 10:27 que dice: “Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia”. Al igual que la expresión anterior, este versículo debe ser interpretado en el contexto de las instrucciones de la Torah, es decir, de toda comida lícita o limpia que se os ponga delante comed, de lo contrario, la palabra nos estaría obligando a ingerir alimentos detestables dependiendo de la cultura del incrédulo en la que nos encontremos.

Herencia perpetua

Interpretando los pasajes leídos dentro del contexto general de la palabra, vemos que la tierra de Israel es entregada por Dios como herencia perpetua a su pueblo.

Génesis 13:14-15  Y Yahweh dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.

Génesis 15:7  Y le dijo: Yo soy Yahweh, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.

Génesis 17:8  Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.

Génesis 48:4  y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua.

Génesis 26:3-5  Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.

La ley del Jubileo y la recuperación de la tierra

Levítico 25:24-34  Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis rescate a la tierra. Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiere vendido. Y cuando el hombre no tuviere rescatador, y consiguiere lo suficiente para el rescate, entonces contará los años desde que vendió, y pagará lo que quedare al varón a quien vendió, y volverá a su posesión. Mas si no consiguiere lo suficiente para que se la devuelvan, lo que vendió estará en poder del que lo compró hasta el año del jubileo; y al jubileo lo recuperará, y lo que vendió volverá a su posesión. El varón que vendiere casa de habitación en ciudad amurallada, tendrá facultad de redimirla hasta el término de un año desde la venta; un año será el término de poderse redimir. Y si no fuere rescatada dentro de un año entero, la casa que estuviere en la ciudad amurallada quedará para siempre en poder de aquel que la compró, y para sus descendientes; no saldrá en el jubileo. Mas las casas de las aldeas que no tienen muro alrededor serán estimadas como los terrenos del campo; podrán ser recuperadas, y serán recuperadas en el jubileo. Pero en cuanto a las ciudades de los levitas, éstos podrán recuperar en cualquier tiempo las casas en las ciudades de su posesión. Y el que comprare de los levitas saldrá de la casa vendida, o de la ciudad de su posesión, en el jubileo, por cuanto las casas de las ciudades de los levitas son la posesión de ellos entre los hijos de Israel. Mas la tierra del ejido de sus ciudades no se venderá, porque es perpetua posesión de ellos.

Aquí vemos que Yahweh indica que la tierra y ciudades para los levitas son de posesión perpetua, no pueden venderse, ni intercambiarse, ni perderse perpetuamente.

Esta ley del jubileo también nos explica por qué Pedro le dijo a Ananías en Hechos 5:4 que si vendía la propiedad para contribuir con dinero para los apóstoles, de todas formas continuaría estando en su poder o bajo su autoridad, ya que la propiedad podía ser recuperada en el jubileo.

Lo que nos dicen los profetas sobre las posesiones luego del exilio

Jeremías 16:14-15  No obstante, he aquí vienen días, dice Yahweh, en que no se dirá más: Vive Yahweh, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; sino: Vive Yahweh, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres.

Jeremías 30:3  Porque he aquí que vienen días, dice Yahweh, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Yahweh, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán.

Amós 9:14-15  Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Yahweh Dios tuyo.

¿A quién pertenece la tierra?

¿Por qué los discípulos tenían todas las cosas en común y no consideraban como suya ninguna posesión?

Es importante aclarar que la Tierra de Israel claramente pertenece a Dios. “…la tierra es mía; porque vosotros sois sólo forasteros y peregrinos para conmigo” (Lev. 25:23b). Dios nos recuerda que la Tierra no debe ser vendida ni regalada, porque es propiedad de Dios. Dios recalca una característica especial de ese territorio, refiriéndose a él como “Mi tierra” (Ezequiel 36:5, 20; 38:16; Joel 3:2) y también como la “propia tierra” del pueblo de Israel (Ezequiel 36:17, 24; Ezequiel 37:21). Tal parece que el pueblo de Israel y la tierra de Israel tienen un vínculo inseparable, y la Biblia se refiere a ambos como casados: “…sino que se te llamará: Mi deleite está en ella, y a tu tierra: Desposada; porque en ti se deleita el SEÑOR, y tu tierra será desposada. Porque como el joven se desposa con la doncella, se desposarán contigo tus hijos…” (Isaías 62:4b-5a).

En 2 Samuel 7, Dios hizo un pacto con David, y le prometió tres cosas: una tierra para siempre (v. 10), una dinastía sin fin (v. 16), y un reino eterno (v. 16). “En ese momento de la historia de Israel, vemos un período extraordinario cuando Dios es obedecido, amado, adorado y apreciado por Quien es.

Deuteronomio 12:1  Estos son los estatutos y decretos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que Yahweh el Dios de tus padres te ha dado para que tomes posesión de ella, todos los días que vosotros viviereis sobre la tierra.

Deuteronomio 12:10  Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Yahweh vuestro Dios os hace heredar; y él os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros.

La posesión de tierras durante el Milenio

Durante el Reino Milenial de Yeshúa, Ezequiel nos dice que las tierras volverán a ser repartidas a Israel en un evento parecido al de Josué capítulos 13 y 14, según Yahweh habló con Moisés (Josué 14:5).

Ezequiel 47:21-23  Repartiréis, pues, esta tierra entre vosotros según las tribus de Israel. Y echaréis sobre ella suertes por heredad para vosotros, y para los extranjeros que moran entre vosotros, que entre vosotros han engendrado hijos; y los tendréis como naturales entre los hijos de Israel; echarán suertes con vosotros para tener heredad entre las tribus de Israel. En la tribu en que morare el extranjero, allí le daréis su heredad, ha dicho Yahweh el Señor.

En Ezequiel 48 vemos el reparto de las tierras de Israel entre las tribus en el Milenio donde las tierras que corresponden al templo, a los sacerdotes y a los levitas en Jerusalén no podrán ser vendidas ni cambiadas porque pertenecen al Señor (Ezequiel 48:8-14).